Collar de aguamarinas Nefertiti: irrepetibles, escasos, y maravillosamente difíciles de encontrar.
- Marta Sala
- 5 jun
- 2 Min. de lectura
Aquí, los nombres de nuestras piezas no se eligen; se merecen. En nuestra colección de collares de cristales, tanto en aguamarinas como en turmalinas, hay una distinción que lo cambia todo: los Nefertiti. Majestuosos por su forma, tamaño y color, cada uno con su singularidad.
Cada año buscamos gemas para nuestra colección con una premisa: encontrar lo extraordinario. Es un rito anual de búsqueda, donde hay veces que tenemos suerte, y muchas otras no. Pero no podría ser de otra forma: cada cristal que sostenemos en nuestras manos es una obra de miles de años. La Tierra ha girado millones de vueltas. El sol ha salido y se ha puesto incontables veces. Y la naturaleza ha creado estos cristales en condiciones muy concretas. Es el tiempo junto al azar, el verdadero arquitecto detrás de su belleza.
Nos gusta honrarlos con el respeto que merecen puliendo solo sus facetas naturales. Dejamos que emerja su brillo innato, su color verdadero, respetando la forma que la Tierra le ha dado. Y en cada inclusión, admiramos el rastro del viaje milenario que ha recorrido para nacer; son las cicatrices de su propia historia.
Para convertirlo en un collar, los cristales se anudan uno a uno, a mano, con la misma meticulosidad que los antiguos collares de perlas. Para finalizar, un cierre precioso de nuestro sello, diseñado como una extensión de la pieza misma.
Es por todo esto que, cuando el collar de aguamarinas Nefertiti se desliza sobre tu piel, no solo vistes una joya; abrazas el tiempo. Es el peso real de la historia, una caricia de eras remotas. El eco que te ancla a la grandeza de la Tierra y a su belleza.
Hacemos muy poquitas piezas y así va a seguir siendo.
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SÓLO PARA ALMAS LIBRES
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